Ir caminando por la ciudad y a unos diez metros de distancia ver tanques pasar no es algo que ocurra habitualmente en un territorio que no está en guerra, pero eso fue lo que me pasó hace unos días. Por suerte sabía que se acercaba el desfile del «Día de la Victoria» (День Победы), que se celebra cada 9 de mayo para conmemorar el triunfo de la Unión Soviética y los Aliados sobre la Alemania nazi en el año 1945, así que no me asusté y simplemente me acerqué a curiosear.
Fue una sensación fuerte, incluso sabiendo que esos soldados no iban a disparar, y a pesar de la naturalización que logran el cine y la televisión, que nos muestran constantemente guerras reales y de ficción, cuando te pasa un gigante de esos a dos metros de distancia… cuesta evitar quedarse algo petrificado.
★★★
El día del desfile me levanté bien temprano para poder conseguir una buena ubicación, así que, una vez pasados los controles de seguridad, me dispuse a presenciar el espectáculo bien de cerca.
Las columnas de las diferentes divisiones militares y policíacas se fueron ordenando mientras el hombre al micrófono repasaba en tono solemne cuestiones relacionadas con la victoria sobre el fascismo y la participación de los habitantes de esta ciudad, Nizhni Nóvgorod, en la Segunda Guerra Mundial.
Terminada la ronda de saludos a cada bloque por parte de un comandante de muy alto rango, se vivió este momento que yo llamaría «ola de hurras«, donde cada formación, de manera secuencial, gritaba un «hurra» a toda voz:
Acto seguido se empezaron a romper las filas y arrancó el desfile propiamente dicho, incomparable en magnitud con el de Moscú, pero muy impactante de todas formas. Creyendo que a esta altura de la vida ya no me sorprendería lo disciplinados que pueden ser los rusos cuando se lo proponen, me encontré varias veces admirando la prolijidad coreográfica con la que se movían.
Un caso aparte fueron las divisiones femeninas, ovacionadas a su paso por los espectadores, conscientes del rol fundamental que ha jugado y juega la mujer en este país, haya o no guerras. Desde un punto de vista más banal me gustaría agregar que, si no hubiera sido por sus uniformes militares, uno podría haber pensado que estaba ante un desfile de modelos. A las pruebas me remito :)
★★★
El cierre de este evento estuvo a cargo del «Regimiento Inmortal», una marcha en la que ciudadanos comunes portan retratos de sus familiares caídos en la Segunda Guerra Mundial. Iniciada en la ciudad de Tiumén en el año 2007, esta emocionante caminata se ha propagado por todo el territorio ruso y también fuera de él (Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, Argentina, etc).
En la siguiente foto se puede ver a una señora llevando en alto la foto de un pariente suyo y, muy cerca de ella y bien al estilo «sólo en Rusia», un niño-soldado avanzando en un tanquecito a su medida: