Algunas cosas que me gustan de Rusia

Hace poco escribí sobre cosas que extraño de Argentina, y ahora llegó el turno de complementar con detalles que me gustan de la vida en Rusia.

Subiendo a la tanqueta

Los rusos definitivamente no son personas simples (por algo se habla de la complejidad del alma rusa), y con el tiempo voy tratando de descifrar su mundo, proceso largo y desafiante, tal como ocurre con el aprendizaje de su idioma. Para esta entrega elegí describir brevemente estas cuatro cuestiones:

  • La frontalidad
    Depende del tema que se aborde, pero en general los rusos pueden llegar a ser bastante directos, incluso al punto de resultar chocante el mensaje. Si a esto le sumamos que acá no necesariamente adornan las frases con muletillas simpáticas o atenuadoras, se hace necesario aprender a no ser tan susceptible y a no tomarse las cosas de forma personal.
  • La falta de miedo
    Pienso que a esta altura todos habrán visto en internet alguna vez algún video de locuras que hacen los rusos. En muchos de ellos se puede apreciar su falta de miedo (que, combinada con sus ocurrencias, da como resultado situaciones hilarantes, hasta surrealistas) y puedo dar fe de que es real.
  • Los cambios de planes
    Siendo yo una persona dentro de todo ordenada y puntual, al principio no me fue simple lidiar con la volatilidad de los planes acá, ¡y eso que en Argentina somos bastante flexibles al respecto!
    Es que en Rusia se vive mucho el día a día, por eso lo más natural es confirmar encuentros a último momento, o simplemente recibir un llamado para hacer algo inesperado dentro de… media hora. Los planes no son muy firmes que digamos, pero nunca dejan de fluir y generar cosas.
  • La diferencia entre desconocidos, conocidos y amigos
    En Argentina es bastante fácil sentirse integrado a un grupo o conectar con la gente, al punto que puede llegar a dar la sensación de haberse ganado un nuevo amigo al cabo de poco tiempo de conocerse; pero la cuestión es que, en medio de tanta amabilidad y sociabilidad, a veces cuesta captar la veracidad/profundidad del vínculo. En Rusia en cambio las emociones no se comparten tan abiertamente con cualquiera, y esto hace que las amistades sean más detectables. La contracara es que, entre desconocidos, a veces el trato puede llegar a ser bastante distante (medido con nuestros parámetros).