Era casi de noche en Sochi y había que pasar por el túnel que iba por debajo de la avenida para llegar a la estación de tren. A pesar del apuro, llegamos a notar que ahí sentado había un personaje: su porción de pared decorada con decenas de papeles algo quería contar.
La curiosidad pudo más, así que deshicimos algunos pasos y saludamos al hombre. Su sonrisa inmediata fue el inicio de una serie de gestos explicativos que nos dejaron claro que estábamos frente a un sordomudo. Con una habilidad comunicativa bien aceitada, en unos pocos minutos Vladimir fue capaz de hacernos entender de qué iba la cosa.
Resulta que es oriundo de Minsk, Bielorrusia, tiene 73 años, y está recaudando fondos para su próximo viaje. Este incansable motoquero ya recorrió gran parte del planeta, sin poder pronunciar palabras, pero haciéndose respetar y querer por su coraje y simpatía.
Cuando me preguntó de dónde era, señalé rápidamente mi querido país en el mapa donde tenía marcado su último itinerario. En un segundo el hombre ya tenía listo un álbum de fotos para que viéramos cómo había sido puntualmente su paso por Argentina: Rosario, Mar del Plata, Buenos Aires, Mendoza y Ushuaia; su moto, él, la gente, sonrisas, abrazos, me transportaron por un momento.
Su lista de ciudades recorridas impresionaba. No voy a negar que se me dibujó una sonrisa enorme cuando noté que Buenos Aires era el único ítem resaltado, lástima que no pude entender el por qué de este destaque (¿o no le pregunté?).
Y así fue, entendimos anécdotas, colaboramos con algunos rublos, nos sacamos fotos, nos despedimos, y seguimos camino contagiados por un buen rato por la buena onda del Sr. Yarets. Una dosis de inspiración para ponerle el pecho a la adversidad y vivir con objetivos y alegría.
En resumen: Vladimir tiene 73 años, no puede hablar ni escuchar, y está planeado su próximo viaje en moto por tantos países como pueda. ¿Qué tal?